Ni de aquí, ni de allá

Después de varios días de incertidumbre y ver la frontera entre Haití y República Dominica cerrada, recibimos la noticia de que la habían abierto nuevamente. Entonces, fue el momento de contactar a nuestros líderes y enfrentarnos a una nueva difícil decisión, teníamos que abandonar el país por precaución y seguridad, así que, eramos dos mexicanos, misioneros en Haití, en República Dominicana...que enredo, no?

Nuestro tiempo en Dominicana fue de mucha bendición para nosotros, comprendemos que somos llamados para estar en Haití, pero al cruzar al otro lado de la Isla, nos dimos cuenta que también era parte del propósito de Dios.

Pudimos compartir tiempo con los misioneros en este país, ver nuevamente a AJ y Chelsea Fry, además de poder compartir mas tiempo, conocer y además retroalimentar el ministerio de Trabajo y Testimonio con Samuel y Kristi Senica, los coordinadores en RD.

Además, aún estando fuera de Haití, pudimos tener una pequeña probada de la cultura haitiana, ya que nuestro primer domingo fuimos a visitar la Iglesia del Nazareno Arismar I, la cuál es bilingüe. Por lo cual pudimos cantar e incluso escuchar el mensaje en Creol.

Además, durante nuestro segundo domingo en tierras dominicanas, pudimos tener la experiencia de estar en un culto especial por el día del padre en la Iglesia del Nazareno Altos de Chavon y ser bendecidos a través de la palabra de Dios expuesta por la pastor Marielos.

Fueron días llenos de Bendición y nuevas amistades, pudimos ver la mano de Dios obrando en nuestras vidas, nos mostró su amor, con detalles como la oportunidad de ver en la calle una bandera de México...

... O sacándonos una sonrisa con letreros en la calle...

... pero sobre todo, vimos la mano de Dios también en Haití, ya que todo el ambiente en el país estuvo en calma, lo que nos permitió regresar solamente después de dos semanas.

Así que, después de dos semanas fuera, volvimos a empacar, compramos las ultimas cosas necesarias para nuestra casa, y de regreso a nuestro hogar.

Bendiciones y no hay lugar como el hogar.